Universidad Diego Portales
Facultad de Comunicación y Letras
Taller de Reportajes y producción de noticias
Profesora Loreto Aravena
Ayudante Daniela Mebus
Fernando Villegas
Es amor Cósmico
Por Víctor Silva
Mientras la señora Yvette Duhau, esposa de Fernando Villegas, está en su taller de escultura ubicado al final de la casa 206 en la calle Santa Julia, comuna de Ñuñoa; su cónyuge permanece en su escritorio leyendo. Es que su mayor pasión es su trabajo, es su quehacer diario. Desde chico leía mucho. Encerrado en su pequeño cuarto lleno de libros y en compañía de peces en un acuario, el ñuñoíno, permanecía horas sin dejar de leer. Todo lo dejaba para él, todo era parte de su mundo. Observador y desconfiado. Ambas cosas, quizá, de las experiencias que le tocó vivir junto a su madre y abuela, con quienes siempre estuvo y de las que no se separó hasta los 30 años de edad.
Equivocadamente se ha dicho que Fernando Villegas es sociólogo. Es identificado además por algunos como “El chascón” del programa Tolerancia Cero, emitido los domingos por el canal
privado Chilevisión. Una no, otra sí. Estudió los años correspondientes en
Fotografía: El Periodista
Un hombre con el que se puede convivir, muy pacífico, respetuoso y cooperador. Son algunas de las características que se repiten al momento de preguntarles a las personas que comparten más tiempo con él. “Es sincero, buena persona, sencillo y muy humano, para nada sofisticado”. Así define Hortensia Gonzalez, al que es su jefe. Ella lleva 11 años trabajando como nana en casa de los Villegas-Duhau, y comparte su experiencia. Comenta que al principio tuvo serios problemas con la preparación de la carne. A su jefe le gusta casi cruda, la parrilla debe estar muy caliente, y debe estar tan sólo unos minutos al fuego, vuelta y vuelta y al plato. “Con el tiempo uno se acostumbra, por la cantidad de años que llevo”.
Tendido, casi acostado en su sillón del living de la casa, Villegas está concentrado. Está dispuesto para tener un momento de tranquilidad. Escucha música clásica con volumen muy alto. Viste una camisa, un sweater color azul, y pantalones oscuros. Una mano la mantiene apoyada en el borde del asiento, la otra la utiliza para afirmar su cabeza, y luego para jugar con su pelo. Sus cercanos cuentan que su cara siempre es la misma. Serio, solemne. Pareciera como si estuviera enojado constantemente, pero por el contrario, muy pocas veces sucede eso. Cuesta que el jefe de familia se enfurezca en su casa. Pero si hay un detalle que no deja pasar, y que hace todo lo posible por eliminar: El ruido. Si hay algo que perturba la cabeza de este lector y escritor, es cualquier sonido que pueda causar molestias en ese trabajo. “Es obsesivo, busca y busca, hasta encontrarlo y callarlo”. Comenta su señora.
Ella tiene 22 años. Él tiene 30. Ella volvía de un viaje desde Paris. Él, hacía clases en la universidad de lectura veloz y memorización. Ella quería estudiar y optó por ese curso. Él, era su profesor. Así fue como se conocieron Fernando e Yvette. Luego de un año de pololeo, y de cierta relación informal, que incluía salir a caminar al parque, reírse, ir al cine, entre otros, la relación se hizo estable tras haber viajado al sur juntos, a la casa de los padres de la escultora. “Es un amor cósmico, tenemos objetivos muy iguales, formamos a las hijas con una perspectiva igual” dice la señora Yvette. Se casaron cuando ella tenía 22 años y él 30. Llevan 29 años de casados, con tres hijas. Mariana es la mayor de 27 años y es ingeniera mecánica; Valentina es la que sigue con 25 años, vive en Buenos Aires y es bailarina de danza contemporánea; y por último, Florencia, la hija que aún vive con ellos, de 17 años, que estudia en el colegio, y está en vías de ser una abogada en el futuro. La relación de ellas hacia el padre, siempre ha sido de respeto. Esta es la familia del exigente y riguroso hombre de televisión y radio. Es un padre aprensivo, preocupado por la estabilidad de sus hijas. Es una de las consecuencias de su lectura. Es desconfiado de todo y se guarda las cosas para él.
Cuando iba al colegio, Fernando Villegas era flojo. No llegaba a la hora, y no le interesaban ciertas materias. Sólo se sentía cómodo en las clases de física o de historia. Recuerda con agrado el colegio San Agustín, ubicado en Dublé Almeyda, en la misma comuna donde vivía. Veía a los profesores como gente muy capaz. De sus hijas, la que más se parece es Florencia, y justamente por estos hechos. Es más dejada en sus estudios si no le interesa la materia, mientras que en los temas de su interés como la filosofía le va muy bien.
“Está asociado a sus estados emocionales, amanece un día tremendamente crítico, otro día aparece contemporizador, lo refleja porque hace un personaje”. Así define en parte, el periodista Alejandro Guillier a su compañero de trabajo en televisión. ‘El flaco’, como lo llamaban sus compañeros en tiempos de la universidad, ha trabajado por casi 15 años en este medio. Siempre ha estado en el mismo canal. Diversos han sido los programas por los que ha estado, en los que se cuenta Las vueltas de la vida, Chile a medias, Dilema, y el primer programa que condujo en compañía de la periodista Carolina Rossetti y el abogado Ricardo Israel, Domicilio conocido.
Es un hombre ordenado, que todas las mañanas deja su ropa en la bolsa de la ropa sucia o colgada donde corresponde. Su espacio lo comparte principalmente con su esposa, con quien pasa la mayor parte del día, no obstante hay otros personajes que están en la casa y que mantienen alerta al dueño. Sus perros y gatos. Son diez en total, cinco y cinco. La mayoría de los perros son quiltros recogidos en la calle por él o por sus hijas. Los gatos han ido llegando a la casa, y se quedan ahí. Antes eran 14 animales los que tenían, dos canes y dos felinos más, pero han ido muriendo por distintas causas. Villegas es un amante de la naturaleza, no sólo de los animales, si no también plantas y jardines. El suyo lo cuida mucho. En su casa riega, corta las plantas y siembra otras. Le molesta la suciedad en ellos y que la gente los descuide. Así como pasó en su antigua casa. Tenían cerca de 14 árboles frutales. Una vez cuando pasó por fuera vio que habían cortado todo, cada planta había sido sacada de raíz. Nunca más pudo pasar por ese lugar. Como comenta Alejandro Guillier, Villegas “es una persona muy sensible, que le gusta ocultar su sensibilidad haciéndose el duro, pero contrariamente a lo que parece, es muy sensible a la opinión de los demás, a la crítica y a las cosas que ocurren”.
Tiene uno y varios defectos, eso si, dependiendo de quien los diga. La compañera que ha estado con él por casi 30 años opina que su mayor defecto es su intranquilidad. No puede hacer colas, no puede esperar más de 15 minutos. Se desespera y se va. Así de simple. El hombre no está para esperar, le gustan las cosas rápidas, al minuto. Prefiere no salir y que los otros vayan a su casa.
Un último análisis para la autodefinición de un personaje que se fascina con el ajedrez, el jazz y la música clásica. ¿Cómo podría definirse usted? Su respuesta, precisa y concisa: Persona.